Al despertar tenía mucha sed y muy mal sabor de boca… ¿Qué hora
era? ¿Por qué me daba vueltas todo?
- Ah sí…
Recordé la ingente cantidad de alcohol que
pude meterle a mi cuerpo en poco tiempo… Y esa sensación de vacío por no
conseguir lo que quería…
- ¡No pude hablar con Igor ni siquiera bebiendo
alcohol!
Me sentía sucia, necesitaba una ducha.
Después de comer hice mi maleta. Volvía al
fin a Jaén… Tenía ganas de volver, pero mis ganas de ver a Matt eran nulas… No quería enseñarle mi cara de perdedora, de “Necesito medios relajantes o
estimulantes para darme valor y poder hablar con una persona con la cual he
llegado a tener todo tipo de confianza, pero me abandonó y ahora no se que
hacer, recurriré al alcohol”.
Me despedí de mis padres con un beso. Mi
madre con cara de desconsuelo me recordaba abrigarme bien y comerme todos los
tupperwares mientras cerraba la puerta de casa. Bajé las escaleras a duras
penas con la maleta a rastras y llegué hasta la puerta del taxi.
Llegué a la Estación de Tren.
Eran las 18.45 y mi tren no salía hasta las 19. Al montar en él, saqué mi móvil
y mis cascos ya que este viaje sería largo e hice el intento de dormirme…
Desperté por el sonido de Avenged Sevenfold en mi móvil, alguien me llamaba,
pero ¿Quién podría ser?
Igor – Calling…
¡¿IGOR?!
¿Pero qué? Mis nervios aparecieron, las
manos me temblaban, ¿Lo debería coger o no? ¿Pero qué estaba haciendo? Era solo
una llamada…
Respiré hondo y descolgué:
- ¿Sí?
- Helena, soy Igor – Oh.. no me había percatado..
hace tan solo 5 segundos me iba a dar un ataque de nervios por su culpa…
- ¿Igor? ¿Qué pasa? – Intenté controlar mi voz.
- Nada, que me enteré de que has venido a Madrid ¿No?
¿Dónde estás?
- … En el tren. Su
voz se endureció.
- Ah.. bueno entonces nada, era por si querías quedar
con Manu y Pablo ya que no hemos podido verte.. Pero te vas muy pronto ¿no?
- Sí, mañana tengo clase en la universidad… - Además, no quería
verle feliz.
- Bueno pues a ver si nos vemos pronto cuando vengas
otra vez.
- Sí.. a ver si hay suerte... – Mi voz se iba
enmudeciendo poco a poco… no quería hablar con él… me sentía ridícula.
- ¡Ah! Por cierto. -¿Había algo más que me quisiera decir?- Hemos
quedado los de la pandilla en hacer en verano un viaje, podríamos ir a
Tenerife, siempre has querido ver el Teide y la playa casi al lado ¿no?
No podía aguantar más… cerré el móvil,
miré la ventana, y me derrumbé más si cabía. Todavía podía recordar el viaje que
quería hacer, y para colmo si lo hacía, él iba a estar ahí, presente, en mi
mente y físicamente. Hubiese sido mejor no haber cogido esa llamada, sí,
definitivamente.
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