miércoles, 15 de enero de 2014

Capítulo 1. Prólogo. Helena.




Era un precioso día de Noviembre, aunque no tan bonito para mí...
10/11/09, uno de los peores días de mi vida… bueno, quizá el peor... Ese día iba a quedar grabado en la memoria de todas las personas que me conocían, ya que estaba dispuesta a hacer puenting sin cuerda desde el patio de un séptimo piso.
Mis sueños, esperanzas y deseos que toda chica de 18 años debería tener, se habían esfumado el día 2 con él, algo que me dejó un poco ausente estos días y sinceramente, prefería terminar con toda esta situación antes de que algo me causase otra vez el dolor que pude sentir.
¿Algo que decir o hacer antes de morir? -Me pregunté a mí misma...- Bueno, quería leer "El nombre del viento" pero si existe el cielo, supongo que habrá algún ejemplar allí...
Me disponía a dejarme caer y que la gravedad hiciese el resto..., pero de repente apareció él, de la puerta que estaba a mi espalda junto a una ráfaga de viento que movió mi pelo violentamente.
- Eres una c
obarde... –Dijo por lo bajo.
Volteé mi cuerpo para poder verle.
- Quizá sí, no me lo había planteado
... –Le respondí, demasiado titubeante para mi gusto. Carraspeé.- Pero hay que tener demasiado valor para hacer lo que has interrumpido...
No te estoy diciendo cobarde porque no te hayas suicidado -Esa palabra provocó en mí un escalofrío que me recorrió la espalda.- sino por no querer vivir por miedo a que te hagan daño.
Pues entonces llámame cobarde si quieres ¿Qué más me da? ¿Qué me importa, si en menos de 10 minutos estaré muerta?
Su cara mostró un atisbo de dolor.
No hagas esto por mi culpa... De veras lo siento, siento que todo haya acabado de esta manera, Helena… por favor, no saltes…
¿Y qué quieres que haga entonces Paul
? –Las lágrimas comenzaban a emanar sin control alguno de mis ojos.-Si ya no estoy motivada para hacer nada... La única cosa en el mundo que me hacía estar aquí era la relación que tú y yo manteníamos...
- Pero Helena, no hay nada que el maldito tiempo no cure ¿Sabes? solamente no saltes, no merece la pena, no seas estúpida.., vive, date otra oportunidad.
No saltaré si me besas. -Sugerí firmemente. La idea del chantaje hizo que me sintiese mal por una parte, ya que ese beso no sería verdadero en absoluto, pero el mero hecho de sentir otra vez su calor recorriendo mi cuerpo cual adrenalina hizo que no retirase mi propuesta.
En ese instante nos fundíamos en un beso, pero por alguna razón comencé a caer... había algo que tiraba de mí he hizo que me desplomase sola hacia abajo...
- Paul me ha hecho caer
... –Pensé.
Y entonces, desperté. Esa era una de las muchísimas veces en 2 años que había soñado con esa historia y nunca se hacía realidad... No tenía el valor de suicidarme, ni él estaba interesado en volver conmigo.
Me levanté con un hambre atroz, supongo que caerse de séptimos pisos en sueños da hambre. Cogí el correo, ya recogido del buzón y puesto en la mesa del comedor por mi madre. Había una carta a mi nombre entre el montón que estaba presidido por facturas de Aqualia y Endesa. La carta era de mi abuela.

Querida Helena,
Sé que estás planeando estudiar enfermería en la universidad y me había parecido bien cederte el piso de Jaén que tu abuelo y yo tenemos para pasar los días cuando estamos cansados de Madrid. 
Sé que la universidad de Jaén no es lo mismo que la Complutense pero si quieres podrías pensar en quedarte allí y estudiar fuera.
Aires nuevos Helena, a veces hacen falta.  


Oh... algo bueno en esta situación. Una chica de 20 años sola en un piso, el deseo de toda pre-adulta.




Mis padres no estaban de acuerdo en mudarme pero al final, sabiendo que era lo mejor para mí, tuvieron que renunciar a su sobreprotección y dejarme ir, como ave que deja el nido, así que me matriculé en el grado de enfermería de la Universidad de Jaén. Además, comenzaba el 15 de Septiembre... Mi cumpleaños.


Prometieron enviarme todos los meses suficiente dinero para gastos y comida, pero lo mejor de todo era que no iba a volver a ver a Paul en clases, ni en el instituto, ni en la ciudad. Por fin podría ser libre sin que el mero hecho de ver a alguien me bajase la moral hasta el fondo de un mísero pozo sin fondo.

A finales de verano, mi piso ya estaba totalmente personificado por mí, no era gran cosa... pero sí mejor que Madrid. Tenía un salón con cocina americana, un baño, un dormitorio de matrimonio y un cuarto de estudio, aunque yo estudiaría en el salón...
Sinceramente, mi abuela fue la que me libró del suicidio...

Mi familia y amigos permanecieron en Madrid mientras que yo emprendía mi viaje a Jaén, preparada para el nuevo curso. Tenía libros nuevos, portátil nuevo, y un baño para mí sola, es más, ¡un piso para mí sola! ¿Qué más podía pedir?

Después del largo viaje de 4 horas en tren hasta Jaén, llegué a mi piso, respiré hondo y me tiré en plancha al sofá... qué alegría estar allí...
Cogí mi portátil y leí un E-mail de mamá que me recordaba guardar bien el dinero y comer apropiadamente. Cerré el ordenador después de ojear algunos lugares desde Google y salí a dar una vuelta con mi MP4 escuchando Avenged Sevenfold.

Tomé el ascensor y al abrir la puerta del portal, vi como una pila de libros se abalanzaba sobre mí, y como consecuencia acabé en el suelo rodeada de libros sobre música y arquitectura.

¡OH! ¡Lo siento mucho! –Esa voz angustiada era de un chico.
- No, tranquilo, no pasa nada...
- Lo siento muchísimo, de verdad... 
-Su cara mostraba signos de preocupación, las cejas estaban bajas y sus ojos me miraban... unos ojos muy bonitos, por cierto.
¡Que no ha sido nada! No te preocupes. Soy Helena, nueva en este bloque. -Anuncié sacando mi sonrisa casi perfecta, si no fuese por mis colmillos que sobresalían de la línea un poco.
¿Ah sí? –Sonrió por un momento- ¿Nueva inquilina?
- Ahá
, 4º A
-
 ¡No jodas! ¡Estás justo a mi lado!
- ¿Sí? ¡Qué coincidencia! –La verdad es que, al contrario de lo que mostraba mi cara, no me hacía mucha ilusión.
Oye... Umm... Helena, llevo prisa, tengo que hacer un trabajo sobre la arquitectura del medievo, después si te apetece te pasas por mi “Sweet home” y te invito a una Cocacola o algo ¿Vale?
Eso está hecho. –Bueno... la verdad es que era simpático, eso me hizo sonreír.

Le ayudé a coger todos los libros que había desperdigado por el suelo y me despedí con un simple “Adiós”. Ese extraño, del cual no sabía ni el nombre, me hizo sacar la primera sonrisa desde que comencé mi nueva vida.


Después de un largo paseo en el cual me había perdido 3 veces, llegué a casa exhausta. Jaén no es muy grande, pero cuando está en obras puede llegar a ser un gran laberinto... Me duché y me acordé del extraño... así que hice cena para dos, lasaña. Al acabar de cocinar, salí al rellano y miré la puerta que estaba justamente al lado. Al estar paralela a la mía suponía que debería ser igual, solo que en el sentido opuesto. En su puerta había un rectángulo plano de metal en el que se leía:
-Mathías Welth-
Llamé 2 veces a la puerta y abrió...
¡Mal educado! -Grité. Tanto que se oyó en todo el rellano...
¡SHHH! ¡No grites que saldrá la del 3º a regañarte! Es una cascarrabias. -Al terminar de decir esa frase, sonrió de tal manera que me abrumó y me sentí pequeña, muy pequeña...- Cómo se nota que eres nueva en el bloque… Y ¿A qué viene lo de mal educado?
Puse cara de enfado... Fingido por supuesto.
Tu nombre... No lo sé...
Ostras... se me olvidó presentarme. -Volvió a sonreír... el mundo parecía temblar ante esa sonrisa...- Me llamo Mathías Welth, pero llámame Matt... y... ¿A qué se debe esta inesperada visita? ¿Te falta sal?

- No, la verdad es que sal tengo de sobra, pero bueno, no voy a decir que sin querer hice cena para dos, porque la he hecho a posta, ¿Has cenado?
No, acabo de comerme un Donut.
Comencé a reír ya que era verdad, porque tenía las boqueras de chocolate como los niños pequeños...

Entramos en mi piso y estuvimos hablando hasta bien entrada la noche. Cenamos unos tortellinis al pesto con parmesano que me salieron de rechupete.

No dejaba de mirar al chico que acababa de conocer...
Matt era un chico alto, de 25 años, con el pelo corto y moreno, también moreno de piel, estudiaba en la universidad arquitectura, le encantaba dibujar, los edificios muy extravagantes y la música, tenía un grupo de Punk Rock llamado 
Black Dreams y él era el guitarrista.
Sinceramente me dejó atónita, sobre todo por sus ojos grises, su sonrisa casi perfecta, aunque sus colmillos sobresalían un poco, pero eso no le hacía perder su encanto; y su personalidad desenfadada...

Tenía un piercing de un aro negro en el labio y un tatuaje en el cuello que ponía “Unbreakable” .

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